Guazapa, San Salvador, El Salvador

Guazapa, San Salvador, El Salvador
Quiero llevarte en mis ojos como la ternura que un hombre lleva en sus mirada. Mirada viajera del tiempo retenido, como pupila siempre nueva, contenida, retenida, desnuda y renovada.

1 de septiembre de 2011

Un Dios Buen Samaritano

Toda vocación es un llamado, una invitación personal que involucra al ser humano en todas sus dimensiones. La primera vocación, que en apariencia no tiene nada que ver con el cristianismo, es la vocación humana, la  de ser persona; la segunda vocación es la cristiana, como seguidores y seguidoras de Cristo, el Mesías, el ungido, que en nuestro caso es Jesús de Nazaret y la tercera vocación, no menos importante que las otras pero no fundamentalmente fundante, es la vocación profesional. El relato bíblico que se cita a continuación es una reflexión judía, no cristiana, aplicada al cristianismo posteriormente y puesta en labios de Jesús (Mt 5, 17-48).

La interpretación “jesuana” de la ley es humano céntrica, es  decir,  que la persona humana ocupa el centro, en el amor de Dios y en el amor humano, expresado en el prójimo o prójima. Este es un legado a la cultura occidental del cristianismo. El concepto próximo o prójimo judío, se amplía y universaliza en el cristianismo. Ya no se reduce a la persona del mismo clan familiar, del mismo pueblo, nacionalidad o religión (Gn 12, 1-20; Gn 14, 1-24; Gn 31, 19-54; Gn 37, 1-36), sino a toda persona que por “ser persona humana”, especie,  ya nace con derechos y responsabilidades en el grupo social de referencia (Mt 7, 1-5) Para Jesús ser prójimo o prójima es estar cerca, próximo. Para Jesús el problema no es resolver ¿quién es mi prójimo?, sino ¿quién actúa como prójimo de la persona caída, necesitada, asaltada, caída en desgracia? No es un problema de tipo conceptual o ideológico, sino de práctica de amor y solidaridad. El Dios de Jesús, además de ser Padre bueno y misericordioso, es un Dios Buen Samaritano que se acerca a la víctima, se arrodilla y la levanta, cuida de ella, cura sus heridas y queda pendiente de ella. No es un Dios lejano e indiferente (Lc 10, 29-37) Es una invitación a practicar la misericordia como lo hace Dios.

 La vocación de “ser persona humana”, tiene sus orígenes en la doctrina cristiana, porque no siempre se ha visto, históricamente, al ser humano como persona, sino como “cosa”, objeto,  mercancía, inversión para el futuro, algo lucrativo que ha enriquecido a personas, grupos o sociedades como las esclavistas, egipcia, griega y romana, por decir algunos ejemplos; sociedades feudales y colonialistas como la española, inglesa, francesa, holandesa etc. O sociedades militaristas e  imperialistas como la Griega, romana, azteca, estadounidense  u otras que han desaparecido. La persona humana ha sido vista y tratada como objeto, botín, riqueza, mano de obra. El cristianismo desde sus orígenes introdujo un nuevo modo de relaciones humanas basadas en la dignidad de ser hijos e hijas de Dios, de igualdad entre naciones; equidad de género  e igualdad  en derechos y deberes como ciudadanos y ciudadanas en los ámbitos económico, social, racial, religioso, político  y  cultural. La vocación cristiana se fundamenta en la caridad, pues la caridad no hace mal al prójimo o  a la prójima (Mt 16, 24-28;Mt 8, 18-22; Rm 13,8-10)

La vocación profesional consiste en descubrir los dones y cualidades que nos ha dado Dios para desarrollarnos como personas y ponerla al servicio de los y las demás, puesto que al querer vivir nuestra fe en el Señor, nuestra misión y profesión deben ser Cristo centrífugas Dt, 1, 17; 10,17; Rm 2, 11; 14, 1-19;15, 1-6).

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