José
Simeón se interesó por las humanidades y el sacerdocio, rector de
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La política, del griego πολιτικος o politikós, «ciudadano» nació antes que la
Iglesia. El término fue
ampliamente utilizado en Atenas a
partir del siglo V a.C., en especial gracias a la obra de Aristóteles titulada Política.
El mismo Aristóteles definía al ser humano como un
animal político. Hoy añadimos a esta categoría otras: El ser humano es un ser
social, económico, religioso, psicológico, afectivo, racional, ecológico
etc. Los griegos quienes dieron origen a este quehacer humano que hoy llamamos
“política” ya tenían fe: Fe en un mundo mejor, en tanto que la política
es la preocupación por el bien común de los que gozan del privilegio de ser
“ciudadanos” en una sociedad esclavista, y fe en el “panteón de sus dioses”;
los dioses del Olimpo griego intervenían en los asuntos políticos y militares
de sus criaturas.
Los dioses griegos siempre estaban interviniendo en los asuntos de
la “polis, o de “la ciudad” y trataban a los “hombres” como marionetas
manipulables. La competitividad, los celos, la arrogancia, el engaño, el
oportunismo y el partidismo de los dioses y diosas griegas incidían
directamente en la vida de los seres humanos. Estos dioses y diosas eran
divinidades caprichosas e insidiosas.
La política debe incidir, es decir “causar un
efecto de una cosa en otra”, de manera positiva, constructiva o correctiva en
el bienestar de la vida social de un país, sin embargo quienes tienen sus manos
esta “noble” misión de buscar el bienestar de las mayorías populares utilizan
la política para meter insidia o asechanza para hacer
daño a otra persona, hablando o actuando con mala intención; esta insidia puede
tener motivaciones partidista de clase o credo, egoístas de interés personal
económico o destructivas de
índole, moral o física contra aquellos o aquellas que son tenidos o tenidas como
personas adversas. En este sentido la practica política es negativa.
Querer un mundo nuevo, una sociedad justa, unas relaciones
fraternas, igualitarias y de respeto entre los seres humanos, donde Dios
gobierne y donde se haga presente su proyecto de vida y salvación es algo bueno
y cristiano, por eso la política como praxis social debe incidir en este
esfuerzo donde la
Iglesia , los cristianos y cristinas buscan como la levadura
en la masa, la sal en la comida o la luz en una casa incidir para el cambio.
Bajo ninguna circunstancia se puede afirmar que como seres humanos, como
ciudadanos y ciudadanas de este país y mucho menos como personas creyentes
somos neutrales o apolíticas. Dios quiere el bien común, relaciones justas,
equitativas y fraternas entre los seres humanos y la naturaleza.
Sin embargo se ha hecho común utilizar la insidia para avanzar y
apartar, destruir en vez de edificar, ensuciar en lugar de salvar la
proposición del prójimo o prójima. Ensuciar el nombre y la reputación de otras
personas es una actitud anti evangélica, desprestigiar moralmente a quienes consideramos
competencia en la lucha por alcanzar el poder y eliminarlas físicamente del
escenario político no sólo es anticristiano sino pecado. La política ha sido
desprestigiada por los políticos de tal manera que se le ha cambiado el
significado semántico a la palabra, entendiéndose por político, engaño,
arribismo, negocio, oportunismo, hipocresía, corrupción y otros. Finalmente hay que
retomar la dimensión política de nuestra fe y la fe en la política como una
preocupación por los y las demás. La
Iglesia se
preocupa por el mundo porque existe en éste, vive y actúa con él.
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