Septiembre es el mes de la libertad.
Libertad para decidir,
Para votar,
Para movilizarnos,
Para marcar y expresar mi opinión.
Hay un silencio reflexivo en el ambiente,
Se acabaron las propagandas partidarias,
Ya no hay canciones, ya no hay agresiones,
Desinformación, inducción,
Promesas irreflexivas.
La mentira ha tomado un receso,
Por fin ha cerrado su boca,
Y ha regresado por donde vino
y de quien vino.
Los mensajes han quedado estampados,
En las piedras, en los árboles, postes,
En los muros y en las casas.
Nuestras cabezas están saturadas,
No hay espacio para la reflexión,
Para la meditación.
Han violado nuestro pensamiento
Y nuestro derecho a pensar.
Han violado el único amor
Material y maternal,
El de nuestra Patria.
Dios nos habla en el silencio,
En la calma, en la frescura de la mañana,
De esta mañana que nos prepara
Y es fundamental para otro Mañana.
Dios nos habla en el ruido del reloj,
En el canto de los pájaros,
En el canto de los gallos,
en el ladrar de los perro callejeros,
Y hasta en el sonido del tecleado
Que nace cuando las manos de mi decisión,
Bajan los libros de mi memoria.
Se respira tensión, inseguridad,
Se transpira indecisión,
Las gotas de la confusión
Caen de nuestras cabezas,
De nuestros sentimientos.
“Los pensamientos de los mortales
Son inseguros y sus razonamientos
Pueden equivocarse,
Porque un cuerpo corruptible
Hace pesada el alma”
Desde la ventana de mi corazón y de mi casa,
contemplo el silencio de Dios
y la bulla del ambiente humano.
Contemplo un cielo limpio y libre
Con la neblina que hace indefinida mi visión,
pero aun en medio de la neblina
están las casas del Barrio,
esas casas llenas de afecto,
calor humano, sencillez y humildad.
Casas- hogares donde Dios
ha puesto su residencia,
para vivir en medio de su pueblo.
Barrancos inseguros
por la lluvia, por la violencia.
Barrancos que podrían ser llenados
con la tierra que le sobra a las montañas,
a las alturas.
Allanemos los caminos de nuestro país
para que no tropiecen los pies
del mensajero que nos anuncia la paz.
Danos tu sabiduría Dios de los y las pobres.
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