Abordar la problemática del cambio climático en el planeta tierra, nuestra casa, nuestro hogar, nuestro lugar privilegiado en el espacio y en la creación de Dios en su Universo es un llamado a la corresponsabilidad, a hacer un alto en el camino de nuestras vidas y, de manera urgente, a consolidar una conciencia ecológica y cristiana. Descubramos a Dios en todas las cosas y todas las cosas en Dios.
En principio siempre se han dado cambios climáticos, desde que el mundo es mundo, por ese fenómeno han evolucionado las distintas especies, unas han desaparecido, otras han sobrevivido adaptándose a los cambios. En el ser humano se dan dos movimientos inseparables: Evolución e involución.
Ha evolucionado y ha sobrevivido, pero en aspectos que en apariencia no tienen nada que ver con el retroceso ha habido involución. ¿En qué hemos retrocedido pese al desarrollo económico, cultural, tecnológico, artístico etc.? En la destrucción y auto destrucción. En la mala administración de los recursos que son patrimonio de toda la humanidad. Una cosa es el cambio climático propio de la naturaleza en su caos y orden (Gn. 1, 1- 2, 1-25), y otra es el que se da por la destrucción que el ser humano ha hecho de su propia casa consecuencia de la avaricia, el sometimiento que en apariencia ha hecho de la naturaleza, el progreso económico basado en la explotación, sin medida, de los recursos naturales, el avance tecnológico, la contaminación que genera la industria sea en el primer mundo o en nuestros países pobres, como la ruptura de la capa de ozono etc.
Ejemplo de esos cambios climáticos que se le escapan de las manos y del control al ser humano son: El deshielo que se está dando en el polo norte y sur, que aumenta el nivel del mar y avanza tierra adentro con los Tsunami; inundaciones de ríos y quebradas por la deforestación; la sequía que hace avanzar la desertización; la contaminación en el derrame del petróleo en el Golfo de México y que contaminó las costas de Norteamérica; los incendios forestales en California, los terremotos en distintos lugares del planeta que han dejado infinidad de víctimas como en Haití; las guerras fraticidas, primera y segunda guerra mundial; la Guerra fría y hoy el armamentismo nuclear entre naciones, las pestes que han disminuido gran parte de la población mundial; la extrema pobreza de países del tercer mundo con respecto a la abundancia, el confort e insolidaridad de los pocos países ricos como los del G8 y que son la raíz de la migración; la extinción de especies de animales, los cambios climáticos a lo largo del año y por años etc. La Naturaleza está en caos, un caos creado por el ser humano (Sal. 141 (140)).
Reto cristiano para hoy: Hacernos corresponsables del daño hecho al planeta; hacer un alto en el camino de nuestras vidas y cambiar nuestro trato con la naturaleza, a ella hay que amarla, protegerla y servirla; y, de manera urgente, contribuir a consolidar una conciencia ecológica y cristiana. En la espiritualidad ignaciana se afirma que: “El se humano debe usar de las cosas tanto cuanto le ayuden a alcanza el fin para el que ha sido creado y dejarlas tanto cuanto le impidan alcanzar el fin para el que ha sido creado”. Y esto es Alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y mediante esto salvar su ánima”. En consecuencia salvar el planeta, la creación y la naturaleza es salvar nuestra propia existencia (Mt. 16, 1-4). Leamos con atención los signos de los tiempos. Escuchemos a Dios en los síntomas de la naturaleza que se encuentra con dolores de parto.
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