La vocación cristiana nos invita
a humanizar más lo humano. La vocación es un llamado, una invitación, una
opción a vivir bajo ciertos valores; el cristianismo es por ende un modo de
vida, un modo de proceder donde dejamos traslucir, la luz de Dios, su
Espíritu, su fuerza y la fe expresada en
obras.
La fe es un don que debemos pedir
todos los días porque todos los días debemos verlos desde la fe. La fe es
confianza en ese ser misericordioso que derrama sobre cada uno y cada una sus
bendiciones, sin hacer excepciones de personas. La fe es dejarse seducir y
conducir por el supremo bien que viene a nuestro encuentro. La fe es cercanía
al misterio de Dios y al misterio humano.” Es urgente que todos en la Iglesia nos esforcemos por
humanizar este mundo a la luz del Evangelio”.
San Pablo les recuerda a las
personas de la comunidad que se reúne en la Iglesia (Asamblea) de Éfeso, que deben ser fieles
a su vocación cristiana dando muestras fehacientes o creíbles de su fe en el
Señor Jesús. ¿Qué muestras se deben dar de nuestra fe? De Manera sencilla
señala algunas virtudes humanas que se logran mirando al Señor en su vida
mortal. San Pablo invita a las personas que participan en la comunidad a ser
humildes y amables; comprensivas y tolerantes, porque es necesario sobrellevarnos
mutuamente con amor.
Los miembros de la comunidad
deben mantener la unidad en el Espíritu, respetando la diversidad; ser personas
de paz, dialogando las diferencias, no imponiendo puntos de vista particulares.
La unidad es fundamental en nuestro modo
de ser cristianos y cristianas. La
Iglesia es una sola, animada por un solo Espíritu; una sola
es la salvación, como meta a la que hemos sido convocados y convocadas; un Señor,
una fe, un bautismo y un solo Dios en el que creemos (Ef. 4,1-6)
La vocación cristiana es una
convocación, es un llamado a congregarnos, es una cita, una invitación. También
es hacer público un mensaje, es dar a conocer, es revelar. Jesús en su
predicación y en su vida, presenta la buena Nueva de Dios de diversas maneras
utilizando distintos ejemplos e imágenes de la vida ordinaria. Un ejemplo
llamativo y diciente de su mensaje es “El Banquete”: Hay una invitación a
compartir la mesa y el banquete es al mismo tiempo el escenario público y
familiar donde se da a conocer un mensaje. Mensaje y realidad material se
convierten en uno solo, por eso el símbolo del banquete es un signo del Reino
de Dios (Lc 14,15-24).
La fe es una invitación al
seguimiento. Tener fe en Jesús es tener la confianza, la certeza de sus
enseñanzas como algo totalmente verdadero y sabio. La fe en Jesús es el camino
para descubrir la fe de Jesús, es decir, esas convicciones que marcaron su vida
y lo llevaron hasta el final de su vida: La cruz.
San Pablo desde su vivencia y convicción
cristiana, se siente a sí mismo como prisionero: “Yo, el prisionero por Cristo,
les ruego que anden como pide la vocación a la que han sido convocados”…“Que
Cristo habite por la fe en sus corazones; que el amor sea su raíz y su cimiento; y así, con todo el
pueblo de Dios, logren abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo,
comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano. Así llegarán
a su plenitud, según la
Plenitud total de Dios (Efesios 3,14-21).
La fe es una practica de lo que
creemos. El árbol se conoce por sus frutos. Como todo en la vida se cree lo que
se ve, al estilo de Santo Tomás, pero la fe no requiere milagros como condición
necesaria para ella. Yo no creo por los milagros, sino porque creo soy capaz de
ver los milagros que Dios Padre y Jesús siguen haciendo en la vida de cada
persona. Como lo afirma Jesús según el evangelista Mateo: “- No todo el que me dice «Señor,
Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi
Padre que está en el cielo. (Mateo 7, 21-29).
Dos conclusiones se desprenden de
este texto y de este artículo sobre la fe: Uno, la fe no sólo se confiesa, se
expresa de palabras. Dos, la fe debe hacerse obra y práctica cristiana. La
primera parte del texto: “No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el
reino de los cielos”, no es de fiarse
porque la religión puede ser un engaño y también la creencia de que sólo las
obras salvan puede ser otro engaño porque nos lleva a un activismo sin confesar
quién nos mueve a hacerlo y podemos caer con facilidad en la arrogancia: “Sólo
vale lo que hago”. La fe se pone en el propio esfuerzo. El cristianismo como
religión nos puede llevar a extremos excluyentes: Sólo la fe salva y por mis
obras espero una retribución de parte de Dios.
¿Quién tiene fe, según Jesús? “Quien
cumple la voluntad” de Dios que está en el cielo. Cumplir la voluntad de Dios
es hacer lo que él nos pide, es confesar su nombre con lo que hacemos. “Lo
único que vale es poner en práctica lo que dice Jesús”.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la
cumplen! Es la respuesta pública que da Jesús ante la admiración y la
canonización que hace de María una mujer anónima en la multitud que le escucha.
Jesús descubre en su madre a una mujer de fe porque ha sido capaz de poner en
obra la voluntad de Dios, vaciándose de ella para llenarse de él. María como
ejemplo y testimonio de persona creyente, de mujer de fe nos hace una sencilla
invitación desde el contexto del banquete en las bodas de Caná: Hagan lo que Él les diga... (Jn 2, 1-11).
La fe de María fue el espejo de
la fe de Jesús. Dios mismo en la
“epifanía” de su hijo nos invita a lo siguiente: “Este es mi hijo amado
en quien me complazco (Mt. 3,13-17). Dios Padre nos invita a escuchar a su hijo y
proceder como él lo hizo según sus propias enseñanzas.
Jesús
habla de la fe comparándola con una semilla de mostaza (Mateo 13: 31-32). La fe es una semilla. La semilla
debe germinar y dar vida; debe permitir el nacimiento de una nueva planta. La semilla es pequeña `pero cuando se desarrolla
se convierte en un árbol grande que acoge a pájaros de distintas especies y
brinda sus ramas para que hagan sus nidos.
La
fe es pequeña pero cuando dejamos que se desarrolle se convierte en el
fundamento de nuestra vida y de nuestro servicio a otras personas. Lo
importante es tener fe no gran fe, no es la cantidad, sino la calidad. Cuando
la persona creyente tiene fe hace grandes cosas. (Lc. 17 ,5-10). La fe se tiene
o no se tiene. Tener fe es confiar; tener fe es actuar con fe, con confianza,
dando sin esperar nada a cambio porque Dios no nos abandona en nuestras
necesidades. La persona de fe se mantiene a flote en la adversidad. La fe es
confianza plena en Dios.