Guazapa, San Salvador, El Salvador

Guazapa, San Salvador, El Salvador
Quiero llevarte en mis ojos como la ternura que un hombre lleva en sus mirada. Mirada viajera del tiempo retenido, como pupila siempre nueva, contenida, retenida, desnuda y renovada.

26 de octubre de 2012

Fe y vida cristiana.


La vocación cristiana nos invita a humanizar más lo humano. La vocación es un llamado, una invitación, una opción a vivir bajo ciertos valores; el cristianismo es por ende un modo de vida, un modo de proceder donde dejamos traslucir, la luz de Dios, su Espíritu,  su fuerza y la fe expresada en obras.

La fe es un don que debemos pedir todos los días porque todos los días debemos verlos desde la fe. La fe es confianza en ese ser misericordioso que derrama sobre cada uno y cada una sus bendiciones, sin hacer excepciones de personas. La fe es dejarse seducir y conducir por el supremo bien que viene a nuestro encuentro. La fe es cercanía al misterio de Dios y al misterio humano.” Es urgente que todos en la Iglesia nos esforcemos por humanizar este mundo a la luz del Evangelio”.

San Pablo les recuerda a las personas de la comunidad que se reúne en la Iglesia (Asamblea) de Éfeso, que deben ser fieles a su vocación cristiana dando muestras fehacientes o creíbles de su fe en el Señor Jesús. ¿Qué muestras se deben dar de nuestra fe? De Manera sencilla señala algunas virtudes humanas que se logran mirando al Señor en su vida mortal. San Pablo invita a las personas que participan en la comunidad a ser humildes y amables; comprensivas y tolerantes, porque es necesario sobrellevarnos mutuamente con amor.

Los miembros de la comunidad deben mantener la unidad en el Espíritu, respetando la diversidad; ser personas de paz, dialogando las diferencias, no imponiendo puntos de vista particulares. La unidad es fundamental en  nuestro modo de ser cristianos y cristianas. La Iglesia es una sola, animada por un solo Espíritu; una sola es la salvación, como meta a la que hemos sido convocados y convocadas; un Señor, una fe, un bautismo y un solo Dios en el que creemos (Ef. 4,1-6)

La vocación cristiana es una convocación, es un llamado a congregarnos, es una cita, una invitación. También es hacer público un mensaje, es dar a conocer, es revelar. Jesús en su predicación y en su vida, presenta la buena Nueva de Dios de diversas maneras utilizando distintos ejemplos e imágenes de la vida ordinaria. Un ejemplo llamativo y diciente de su mensaje es “El Banquete”: Hay una invitación a compartir la mesa y el banquete es al mismo tiempo el escenario público y familiar donde se da a conocer un mensaje. Mensaje y realidad material se convierten en uno solo, por eso el símbolo del banquete es un signo del Reino de Dios (Lc 14,15-24).

La fe es una invitación al seguimiento. Tener fe en Jesús es tener la confianza, la certeza de sus enseñanzas como algo totalmente verdadero y sabio. La fe en Jesús es el camino para descubrir la fe de Jesús, es decir, esas convicciones que marcaron su vida y lo llevaron hasta el final de su vida: La cruz.

San Pablo desde su vivencia y convicción cristiana, se siente a sí mismo como prisionero: “Yo, el prisionero por Cristo, les ruego que anden como pide la vocación a la que han sido convocados”…“Que Cristo habite por la fe en sus corazones; que el amor sea  su raíz y su cimiento; y así, con todo el pueblo de Dios, logren abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano. Así llegarán a su plenitud, según la Plenitud total de Dios (Efesios 3,14-21).

La fe es una practica de lo que creemos. El árbol se conoce por sus frutos. Como todo en la vida se cree lo que se ve, al estilo de Santo Tomás, pero la fe no requiere milagros como condición necesaria para ella. Yo no creo por los milagros, sino porque creo soy capaz de ver los milagros que Dios Padre y Jesús siguen haciendo en la vida de cada persona. Como lo afirma Jesús según el evangelista  Mateo: “- No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. (Mateo 7, 21-29).

Dos conclusiones se desprenden de este texto y de este artículo sobre la fe: Uno, la fe no sólo se confiesa, se expresa de palabras. Dos, la fe debe hacerse obra y práctica cristiana. La primera parte del texto: “No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos”,  no es de fiarse porque la religión puede ser un engaño y también la creencia de que sólo las obras salvan puede ser otro engaño porque nos lleva a un activismo sin confesar quién nos mueve a hacerlo y podemos caer con facilidad en la arrogancia: “Sólo vale lo que hago”. La fe se pone en el propio esfuerzo. El cristianismo como religión nos puede llevar a extremos excluyentes: Sólo la fe salva y por mis obras espero una retribución de parte de Dios.

¿Quién tiene fe, según Jesús? “Quien cumple la voluntad” de Dios que está en el cielo. Cumplir la voluntad de Dios es hacer lo que él nos pide, es confesar su nombre con lo que hacemos. “Lo único que vale es poner en práctica lo que dice Jesús”.

¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen! Es la respuesta pública que da Jesús ante la admiración y la canonización que hace de María una mujer anónima en la multitud que le escucha. Jesús descubre en su madre a una mujer de fe porque ha sido capaz de poner en obra la voluntad de Dios, vaciándose de ella para llenarse de él. María como ejemplo y testimonio de persona creyente, de mujer de fe nos hace una sencilla invitación desde el contexto del banquete en las bodas de Caná: Hagan  lo que Él les diga... (Jn 2, 1-11).

La fe de María fue el espejo de la fe de Jesús. Dios mismo en la  “epifanía” de su hijo nos invita a lo siguiente: “Este es mi hijo amado en quien me complazco (Mt. 3,13-17). Dios Padre nos invita a escuchar a su hijo y proceder como él lo hizo según sus propias enseñanzas.

Jesús habla de la fe comparándola con una semilla de mostaza (Mateo 13: 31-32). La fe es una semilla. La semilla debe germinar y dar vida; debe permitir el nacimiento de una nueva planta. La  semilla es pequeña `pero cuando se desarrolla se convierte en un árbol grande que acoge a pájaros de distintas especies y brinda sus ramas para que hagan sus nidos.

La fe es pequeña pero cuando dejamos que se desarrolle se convierte en el fundamento de nuestra vida y de nuestro servicio a otras personas. Lo importante es tener fe no gran fe, no es la cantidad, sino la calidad. Cuando la persona creyente tiene fe hace grandes cosas. (Lc. 17 ,5-10). La fe se tiene o no se tiene. Tener fe es confiar; tener fe es actuar con fe, con confianza, dando sin esperar nada a cambio porque Dios no nos abandona en nuestras necesidades. La persona de fe se mantiene a flote en la adversidad. La fe es confianza plena en Dios.

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