Guazapa, San Salvador, El Salvador

Guazapa, San Salvador, El Salvador
Quiero llevarte en mis ojos como la ternura que un hombre lleva en sus mirada. Mirada viajera del tiempo retenido, como pupila siempre nueva, contenida, retenida, desnuda y renovada.

16 de diciembre de 2011

Letras hechas sentimientos.


Estoy entrando en un nuevo espacio, puerta ancha y estrecha al mismo tiempo: el ámbito del lenguaje y la literatura; y aunque en mis venas corren las letras hechas sentimientos, las palabras que expresan pensamientos y  construcciones literarias, figuras, estilos, géneros y hasta  reflexiones sobre la lengua castellana, se me vuelve novedad conocer no sólo la piel, el aroma y el vestido colorido del lenguaje, sino también su estructura ósea y nerviosa, su sistema sanguíneo y respiratorio y, especialmente, su sistema digestivo para digerir los bocados que me alimenten y me den la salud para mantenerme de pie y laxitud en el aula de clases, donde muchos y muchas esperan el pan de la palabra, la ensalada de géneros, la sopa de letras, los espaguetis de las oraciones, la tortilla tostada “quiebra dientes” de las conjugaciones verbales y el postre de saber y escribir con felicidad, dulzura con  “sabor a quiero más” y al final del banquete de este año lectivo saborear en el paladar y en el corazón la belleza y exquisitez  de nuestro idioma.

Me basta y no es poco, que los alumnos y alumnas amen su idioma y no lo degraden,  que sepan pensar, que sepan hablar y que sepan escribir porque con estas herramientas podemos transformar el mundo, la realidad y la historia, si cultivamos el hábito de la lectura, del análisis, la crítica y las nuevas propuestas.

La soledad nos hace ver las cosas de distinta manera, el silencio oxigena el pensamiento  y la creatividad sale a correr todos los días. Caminaba a los baños por los pasillos llenos de frescura y libertad; veía las plantas ornamentales en fila con disciplina, uniformadas de verde; pisoteaba los ladrillos que recuerdan otras épocas, otros ires y venires, otro edificio, el de antaño, la fortaleza, el monumento de lo que fue en aquella época el Externado de San José en su época de oro, dicen algunos anacrónicos.

Caminaba sobre esos ladrillos que guardan silencio porque nadie les pregunta nada, ni escuchan sus voces las sordas paredes nuevas que sostiene el  techo del saber. Esos pasillos que son la continuación de otros hacia atrás y hacia delante porque el tiempo en estos ámbitos institucionales se bambolea de generación a generación. De hecho la tradición se enraíza en el tiempo.

El tiempo en estos pasillos se hace eterno y se queda en dosis de eco en cada orificio, en cada poro de los ladrillos, en cada hoja, en cada árbol, en cada espacio que une la grama, en cada respiro del viento, en cada brazo de la noche y en cada cabello rubio oxigenado del sol radiante de cada día, cuando los pájaros se van y toman sus lugares los pájaros y pájaras del futuro, esas aves pasajeras que hacen del Colegio, de este Colegio, de su Colegio su propio nido. La esperanza es que estas aves que aman la libertad y vuelan en sus alas, sean verdes como la esperanza. Que estas aves verdes donde quiera sean verdes.

En esta realidad externa e interna los dichos cobran vida y tienen contenido: “Ojos que no ven, corazón que no siente”;  “a palabras necias, oídos sordos”; “dime de qué presumes y te diré de qué careces”; “amor, tos y humo no se pueden esconder”. Estos y otros dichos están referidos al cuerpo y especialmente a los sentidos, por eso viene a mi memoria el cuerpo docente y especialmente su sentido. 

La docencia del Colegio es la mano amiga, el corazón compasivo y solidario, la mirada que protege y desconfía, los pasos firmes y disciplinarios, los pensamientos e ideas que se comparten y el amar en todo momento son, finalmente, la cajita de sorpresa en cada período mensual de exámenes, donde se verifica que “guerra avisada no mata soldado”; “genio y figura hasta la sepultura”; “muerto el capital acabado el interés”; “es mejor deber plata que favores”;  “cachetada en cuero ajeno no duele”; y para terminar, “los años no vienen solos”. Este cuerpo tiene una misión y es para la misión. Espero no molestar, sino compartir mis primeras impresiones, en este nuevo trabajo. Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario