Guazapa, San Salvador, El Salvador

Guazapa, San Salvador, El Salvador
Quiero llevarte en mis ojos como la ternura que un hombre lleva en sus mirada. Mirada viajera del tiempo retenido, como pupila siempre nueva, contenida, retenida, desnuda y renovada.

24 de octubre de 2011

Entre el cielo y la tierra apareció el amor hecho color.

El invierno es un niño generoso, lleno de vida y alegría. Su paso se hace sentir en el sonido del trueno, tiene corazón de rayo y comparte la magia de sus dedos en los colores que embellecen el manto del cielo. Los ojos del invierno son verdes en matices, pues no tiene un verde definido. Su mirada fija y penetrante asusta como el trueno.

Su voz es como el susurro de la llovizna, suave y refrescante. El color de su piel  se parece al de la tierra mojada y su juventud se renueva cada mañana, en las montañas, en los valles, ríos y lagos de nuestra tierra. Su presencia es refrescante, vital y llena de vida. En el campo todo es esperanza, canto y melodía.

El invierno trae en sus alforjas  un cuerno escondido, guardado, robado. ¡Es el cuerno de la diosa Prosperidad! El invierno y sus hermanos se lo robaron de la mano.  Sólo la niña, la Primavera, se quedó llorando en la tierra por eso en cada primavera se llena de colores la piel de la tierra. Piel hecha pétalos, echa olores, hecha colores. La abundancia y la bendición son los hilos que tejen la cebadera  campesina del invierno. Este niño juguetón y generoso comparte con todos y todas sus dones naturales. Como en un trapecio, se va y se viene, cada año. Siempre está en movimiento.

Pero también el invierno es violento, su ira nos inunda, inunda las calles y avenidas, los  plantíos y las casas. Su enojo se hace sentir y agarra fuerza en los ríos convulsionados, mangas y brazos que se llevan todo a su paso. La ira del invierno derrumba las montañas, se come los subterráneos, hace caer las casas y mata la alegría de las nuevas cosechas. Cuando se enoja arrasa irracionalmente. El invierno y su bravura lastima y hace daño.

Las cárcavas son la huella de su enojo. Pisa duro, pisa fuerte, pisa hondo. Cuando el invierno llora de enojo, no respeta horario, ni tiempo. Llora, llora por días y noches. Llora  y ríe de vez en cuando. Llora y ríe cada tanto. Cuando llora y ríe caminando, la brizna se confunde con su canto; cuando llora y ríe caminando, en el horizonte se dibuja su encanto. La paz y el colorido de la paz aparecen tenuemente en el arco del cielo y en el iris de la tierra. Entre el cielo y la tierra aparece el amor hecho color, hecho alianza de amor. El arco iris es el amor hecho color es un estado de ánimo, una alegría pasajera, un momento escurridizo, un bienestar  ilusorio, es paz no duradera en un invierno sin tregua.

El invierno es un ser encontrado, es armonía y caos, es frescura y ventarrones, susurro y estallido, amor y odio, bienestar y malestar. Es luz y sombra mezclada, cruz y resurrección unificada, limpieza y suciedad separada. Este es el invierno en sus distintos rostros. Es la paz entre el cielo y la tierra. El cielo comparte su semilla y la tierra comparte su alegría.

En el aliento del invierno viene como lluvia escondida, vapor invisible, aliento hecho germen, la nueva semilla. La vida hecha semilla da frutos nuevos en algarabía. ¿Qué nos deja el Invierno cada invierno? Ríos de felicidad y graneros llenos. También nos deja quebradas de dolor y manos vacías.

Te vas invierno, te vas alegre y juguetón. Te vas adulto inestable, lunático, berrinchudo. Te vas y me dejás con tristeza y añoranza, te vas con ese olor a tierra mojada, te vas con la frescura de tu piel oscura. Te vas con la libertad de tu madurez. Te vas como caminante sin ataduras, con paso firme y corazón inolvidable.  

El invierno me dejó a su paso un amor fecundo, una reflexión de viejo sabio, un suspiro atragantado, un te quiero pero lejos, un te necesito con urgencia y un hasta pronto irreversible.  Me dejó su sonrisa dibujada en el suelo y sus ojos azules en el cielo. Me dejó su piel hecha polvo y su alma amplia para enviarle barriletes. Finalmente  me dejó en verano, su hermano.  Caminemos Verano, por seis meses amigo, busquemos a tu hermano que se nos ha escondido. 

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