Guazapa, San Salvador, El Salvador

Guazapa, San Salvador, El Salvador
Quiero llevarte en mis ojos como la ternura que un hombre lleva en sus mirada. Mirada viajera del tiempo retenido, como pupila siempre nueva, contenida, retenida, desnuda y renovada.

27 de agosto de 2012

Jesús es testimonio de Dios como comunidad (Jn. 14, 7-21)


Jesús es la verdad de Dios y la verdad sobre Dios. Como es normal en el evangelio de San Juan, Jesús utiliza la fórmula del tetragrama o cuatro letras: YHVH como el “Yo Soy”,   reservada en el Antiguo Testamento sólo para Dios, de como Dios se le había manifestado a Moisés en el Sinaí. Esa fórmula sagrada era innombrable para el ser human común y corriente. Jesús se auto comprende y se autodefina como el Yo Soy de Dios. Jesús es Dios, es el que es y el que hace existir. Él es la vida, da la vida y es el que nos hace vivir: “Nadie va al Padre sino por mí”. [7]. Es claro que en la naturaleza comunitaria de Dios la unidad es fundamental como en la vida cristiana la unidad  es condición necesaria para el bien común.

Juan quiere dejar claro el origen divino de Jesús como Hijo de Dios, como Dios, acentuando su humanidad. Por eso cuando Jesús nos habla sobre el Padre usa un lenguaje sencillo, escandaloso, profundamente humano y liberador de falsas imágenes de Dios. Si en el misterio de la encarnación Dios escogió el camino para ponerse en relación con la humanidad, es la humanización del ser humano Jesús y la humanización de la comunidad cristiana el camino que nos lleva hacia Dios: “Si me conocen a mí, también conocerán al Padre. Pero ya lo conocen y lo han visto.» [8]. La Iglesia, la comunidad, está formada por seres humanos, gracias a Dios, lo que nos queda es seguir a Jesús y dejarnos humanizar más por su palabra. La humanización es tan importante como la unidad en el testimonio cristiano.

Jesús es el rostro humano de Dios. Quien ve al hijo ve al Padre. Jesús es el corazón humano de Dios, quien ama al Hijo ama al Padre. Quien se deja formar por el hijo conoce el corazón del Padre. Quien escucha, reflexiona y actúa según las enseñanzas de Jesús, se deja hacer a imagen y semejanza de Dios: “Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre, y eso nos basta.» [9] Jesús le respondió: «Hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces, Felipe? El que me ve a mí ve al Padre. ¿Cómo es que dices: Muéstranos al Padre? [10] ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Cuando les enseño, esto no viene de mí, sino que el Padre, que permanece en mí, hace sus propias obras.

Dios se revela en la humanidad de Jesús y Jesús revela en él, en su humanidad, la realidad  de Dios y la realidad a la que está llamado todo ser humano es la divinidad compartida en su creador. El ser humano tiene que asemejarse a su Creador, a Jesús y actuar con el mismo Espíritu de Dios: [15] Si ustedes me aman, guardarán mis mandamientos, [16] y yo rogaré al Padre y les dará otro Protector que permanecerá siempre con ustedes, [17] el Espíritu de Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes lo conocen, porque está con ustedes y permanecerá en ustedes. La Iglesia, la comunidad de comunidades, nace en el Pentecostés cristiana y ella se deja guiar por las enseñanzas del Espíritu de Dios que Jesús ha dejado en su Iglesia, porque quien ama a su prójimo o prójima se ama a sí mismo o a sí misma, no lo contrario: “Para amar a las demás personas primero debo amarme a mi mismo. Yo no soy la medida del amor, sino Dios y la comunidad.

En la casa de Dios hay muchas habitaciones. Habitar con Dios es dejarnos habitar por Jesús y su Espíritu como aquel que nos terminará de aclarar lo dicho por Jesús sobre sí mismo y sobre Dios como Padre: Nadie va al Padre si no es a través de Jesús. Jesús nos revela a un Dios que siendo uno, se comparte como comunidad de personas. La Iglesia, la asamblea de personas creyentes, de discípulos y discípulas, de personas envidas al mundo deben ser luz, sal, camino, verdad, fermento, levadura, vid, corral puerta, etc. [18] No los dejaré huérfanos, sino que volveré a ustedes. [19] Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes me verán, porque yo vivo y ustedes también vivirán. [20] Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre y ustedes están en mí y yo en ustedes. [21] El que guarda mis mandamientos después de recibirlos, ése es el que me ama. El que me ama a mí será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él.» 

Jesús vive en cada persona creyente, y viviremos en él escuchando su palabra, meditándola y poniéndola en práctica, en obras. Viviremos en él viviendo en comunidad. El testimonio cristiano en el mundo se debe objetivar en la unidad, en la humanización de quienes somos seguidores y seguidoras, en el amor fraterno, la libertad de espíritu y la justicia solidaria. Para la Comunidad eclesial la solidaridad es el amor y la justicia hecha obras. Quien me ve a mí, ve al Padre, dice Jesús; y yo me atrevo a decir que quien nos vea a los cristianos y cristianas vea a Jesús.

Jesús fue un hombre que llamó a otras personas., les preparó y las envió al mundo en misión evangelizadora. Formó comunidad respetando el modo de ser de cada cual y moldeándoles a su modo sin violentarles su mismidad. Fue un animador muy respetuoso, fue un buen pastor. “Misia” Jesús nos invita a vivir en comunidad y nos invita a que no seamos misántropos, es decir, personas que tiene aversión al trato con los y las demás. La experiencia comunitaria del cristianismo es realmente una delicia, es el “qué es esto”, es el maná en una sociedad insolidaria, deshumanizada y dividida.

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