Fui concebido en la dulzura del amor
en esta tierra de espejos
calurosos,
y cañaverales en plena luz
dormidos.
Fui amado en los brazos de
la miel,
vientos hirientes en sus
hojas,
robaron la dulce paz en mis quejidos.
Fui creado y criado en la
dulzura del hogar
en esta tierra árida,
seca, despojada,
de su dulce riqueza
natural.
Fui forjado en los surcos
de la piel campesina,
cañaverales con flores de
plumas,
triturados en fauces de
trapiches dormidos.
Hoy, hombre de “sangre
dulce” compartido
camino por los surcos de
la vida,
de esta vida transitada
con dolores,
amores muchos y muchos sin
sabores.
Un pueblo dulce de alma
azucarada,
Hombres y mujeres con piel
bronceada,
almas que madrugan con
frescura,
comparten la miel hecha sudores
En octubre fresco con sus
alas.
¿Cómo te devuelvo lo tuyo
tierra dulce?,
insípida por darme lo
mejor de tu vida,
en la mesa de la tierra
que produce
alegría y energía.
¿Cómo te devuelvo lo tuyo
tierra dulce?
Espejo de mis ojos,
imagen eterna a lo lejos.
¿Cómo te devuelvo lo tuyo
tierra dulce?
Alma hecha canto
libres ríos de pájaros.
¿Cómo te devuelvo lo tuyo
tierra dulce?
Camino oscuro, tropezando,
deslizando
en barros clandestinos de
colores opacados.
¿Cómo te devuelvo lo tuyo
tierra dulce?
cañaverales del norte
renacientes,
encendidos con cerillos de ocaso.
Me parece un bello poema con una fuerte carga de reflexión sobre el compromiso con nuestra realidad social y un suave dejo de ternura agradecida hacia los mayores que nos crearon y criaron.
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