El dolor me cubrió con su sombra,
caía húmedad de mis ojos,
la respiración reprimía el lamento
se me moría el amor,
se me escapaba mi cielo.
Horas silenciosamente eternas,
horas grises como el invierno,
La luz, mi luz, la luz de mi alma
la luz, la que me dio a luz,
estaba dormida, estaba callada.
Con el dolor vino la zozobra,
con ella venía la intranquilidad,
la inquietud y la aflicción,
la angustia, la tristeza,
todo mi yo estaba agrietado.
Todavía llevo en mis espaldas
la soledad, el vacío, la ausencia
del que me dio su corazón,
aquel que me dio su
ser,
del que fui sus ojos, lo más querido.
Hoy vuelvo a respirar con paz,
alegría y esperanza.
Mi amor ha despertado,
mi amor me ha sonreído
mi ser amado no me ha dejado.
Me doy cuenta que una sonrisa
una, tan solo una, no tiene precio
la felicidad deseada aparece
cuando el ser amado nos la regala.
¡Qué felicidad verla recuperada!
Lloro de felicidad, lloro de alegría,
un milagro Dios me ha regalado,
me ha dado un ramo de flores,
un ramo de suspiro y amores,
me ha devuelto la luz hecha colores.
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