Jesús es la verdad de Dios y la
verdad sobre Dios. Como es normal en el evangelio de San Juan, Jesús utiliza la
fórmula del tetragrama o cuatro letras: YHVH como el “Yo Soy”, reservada en el Antiguo Testamento sólo para
Dios, de como Dios se le había manifestado a Moisés en el Sinaí. Esa fórmula
sagrada era innombrable para el ser human común y corriente. Jesús se auto
comprende y se autodefina como el Yo Soy de Dios. Jesús es Dios, es el que es y
el que hace existir. Él es la vida, da la vida y es el que nos hace vivir: “Nadie
va al Padre sino por mí”. [7]. Es claro que en la
naturaleza comunitaria de Dios la unidad es fundamental como en la vida
cristiana la unidad es condición necesaria para el bien común.
Juan quiere dejar claro el origen
divino de Jesús como Hijo de Dios, como Dios, acentuando su humanidad. Por eso
cuando Jesús nos habla sobre el Padre usa un lenguaje sencillo, escandaloso,
profundamente humano y liberador de falsas imágenes de Dios. Si en el misterio
de la encarnación Dios escogió el camino para ponerse en relación con la
humanidad, es la humanización del ser humano Jesús y la humanización de la
comunidad cristiana el camino que nos lleva hacia Dios: “Si
me conocen a mí, también conocerán al Padre. Pero ya lo conocen y lo han visto.»
[8]. La
Iglesia , la comunidad, está formada por seres humanos,
gracias a Dios, lo que nos queda es seguir a Jesús y dejarnos humanizar más por
su palabra. La humanización es tan importante como la unidad en el
testimonio cristiano.
Jesús es el rostro humano de
Dios. Quien ve al hijo ve al Padre. Jesús es el corazón humano de Dios, quien
ama al Hijo ama al Padre. Quien se deja formar por el hijo conoce el corazón
del Padre. Quien escucha, reflexiona y actúa según las enseñanzas de Jesús, se
deja hacer a imagen y semejanza de Dios: “Felipe le dijo:
«Señor, muéstranos al Padre, y eso nos basta.» [9] Jesús le respondió: «Hace
tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces, Felipe? El que me
ve a mí ve al Padre. ¿Cómo es que dices: Muéstranos al Padre? [10] ¿No crees
que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Cuando les enseño, esto no
viene de mí, sino que el Padre, que permanece en mí, hace sus propias obras.
Dios se revela en la humanidad de
Jesús y Jesús revela en él, en su humanidad, la realidad de Dios y la
realidad a la que está llamado todo ser humano es la divinidad compartida en su
creador. El ser humano tiene que asemejarse a su Creador, a Jesús y actuar con
el mismo Espíritu de Dios: [15] Si ustedes me
aman, guardarán mis mandamientos, [16] y yo rogaré al Padre y les dará otro
Protector que permanecerá siempre con ustedes, [17] el Espíritu de Verdad, a
quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes lo
conocen, porque está con ustedes y permanecerá en ustedes. La Iglesia , la comunidad de
comunidades, nace en el Pentecostés cristiana y ella se deja guiar por las
enseñanzas del Espíritu de Dios que Jesús ha dejado en su Iglesia, porque quien
ama a su prójimo o prójima se ama a sí mismo o a sí misma, no lo contrario:
“Para amar a las demás personas primero debo amarme a mi mismo. Yo no soy la
medida del amor, sino Dios y la comunidad.
En la casa de Dios hay muchas
habitaciones. Habitar con Dios es dejarnos habitar por Jesús y su Espíritu como
aquel que nos terminará de aclarar lo dicho por Jesús sobre sí mismo y sobre
Dios como Padre: Nadie va al Padre si no es a través de Jesús. Jesús nos revela
a un Dios que siendo uno, se comparte como comunidad de personas. La Iglesia , la asamblea de
personas creyentes, de discípulos y discípulas, de personas envidas al mundo
deben ser luz, sal, camino, verdad, fermento, levadura, vid, corral puerta, etc. [18]
No los dejaré huérfanos, sino que volveré a ustedes. [19] Dentro de poco el
mundo ya no me verá, pero ustedes me verán, porque yo vivo y ustedes también
vivirán. [20] Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre y ustedes están
en mí y yo en ustedes. [21] El que guarda mis mandamientos después de
recibirlos, ése es el que me ama. El que me ama a mí será amado por mi Padre, y
yo también lo amaré y me manifestaré a él.»
Jesús vive en cada persona
creyente, y viviremos en él escuchando su palabra, meditándola y poniéndola en
práctica, en obras. Viviremos en él viviendo en comunidad. El testimonio
cristiano en el mundo se debe objetivar en la unidad, en la humanización de
quienes somos seguidores y seguidoras, en el amor fraterno, la libertad de
espíritu y la justicia solidaria. Para la Comunidad eclesial
la solidaridad es el amor y la justicia hecha obras. Quien me ve a mí, ve al Padre,
dice Jesús; y yo me atrevo a decir que quien nos vea a los cristianos y
cristianas vea a Jesús.
Jesús fue un hombre que llamó a
otras personas., les preparó y las envió al mundo en misión evangelizadora.
Formó comunidad respetando el modo de ser de cada cual y moldeándoles a su modo
sin violentarles su mismidad. Fue un animador muy respetuoso, fue un buen
pastor. “Misia” Jesús nos invita a vivir en comunidad y nos invita a que no
seamos misántropos, es decir, personas que tiene aversión al trato con los y
las demás. La experiencia comunitaria del cristianismo es realmente una
delicia, es el “qué es esto”, es el maná en una sociedad insolidaria,
deshumanizada y dividida.