Hace
"gran poco de tiempo" como decimos en El Salvador para recalcar un
tiempo largo, un tiempo sin memoria, he venido cargando en silencio y llevado muy
escondido, el deseo, la inquietud y la curiosidad de conocer el ave, el halcón
de donde se deriva el nombre de mi ciudad: Guazapa.
Como
he dicho en otra ocasión Guazapa es una palabra Náhuatl que significa "Río
de los guaces". Hoy completando mi identidad cultural
comprendo muchas cosas de él y de mi mismo: Su hábitat, la montaña del cerro;
su naturaleza cazadora, se mantiene en los árboles más altos y en cielo
despejado observando los movimientos; es ave de caza, caza para
sobrevivir; su canto es de alegría y victoria; su canto le da su nombre
guacooo, guacooo, o halcón reidor, ja, ja, ja, ja. Como en toda cultura
milenaria los animales, la fauna, está estrechamente unida a la vida de la
población nativa. En algunas mitologías como la egipcia, la mesopotámica, la
griega, la romana y la prehispánica en América, el halcón o el águila se han
identificado con el poder, el dominio, la fuerza y la sabiduría. Guazapa no es
la excepción.
Quiero
resaltar en esta ocasión la leyenda del
Guaz, que está unida a su presencia en las montañas del Guazapa. Aunque el Guaz
o Guaco se desplaza poco, es señal en el cielo para el inicio o el fin del
verano o del invierno. Señal para sembrar la nueva cosecha cuando caen las
primeras lluvias y señal para “tapiscar” la cosecha al comenzar el verano. Para
la población nativa “el paso de los guaces” era un signo de los tiempos. Esa
señal no podía pasar inadvertida dado el bullicio de su paso, surcando
invisiblemente las entrañas del cielo. Esta experiencia del “Paso de los guaces”
me la compartía mi abuelo Bernardino Merino al que conocí y con quien compartí
su sabiduría. Mi abuelo era un genio para la narrativa. Era un especialista en
la tradición oral que hoy pongo por escrito. Mi otro abuelo, Aquilino Torres,
no lo conocí porque murió cuando yo apenas era semilla, ilusión esperanzada,
sueño eterno.
“Guazapa
es un asentamiento precolombino pipil. Perteneció al Partido de San Salvador, y
en la época republicana al distrito homónimo entre 1824 y 1835. Posteriormente
pasó al distrito de Suchitoto. Para 1890 apareció como pueblo del distrito de
Apopa, y después lo fue de Tonacatepeque. En 1918 obtuvo el título de ciudad. A
través de los años ha sido conocido como Gualcapa (1570), San Miguel de Guazapa
(1740), y Guazapa (1807). El topónimo Guazapa podría tener varios significados:
"Río del halcón reidor", Río de los guaces", "Río que
seca", "Peñón de los pitos", "Peña sonora", "Río
que pita", o "Río de los pitos".
La
sabiduría de nuestros antepasados nacía de la contemplación, la observación, el
análisis y la experiencia. La diversidad
de significados que tiene la palabra Guazapa, la enriquecen como fuente
inagotable. Mi papá me contaba que en el río hay una gran peña que hace o hacía
ruidos raros, la población del lugar la conoce como “La Peña bruja”. Este
nombre popular puede ser el sobre nombre de esa “peña sonora” de antaño. Todos los años en la época de verano el río Guazapa
casi desaparece, parece un río invisible,
parece un río que se muere; es realmente un “río que se seca”. La
sabiduría que recibió mi papá de su papá y mis abuelos de mis bisabuelos es la
que hoy les comparto con gusto. Esta cultura sabia que mantenía la comunión
entre ser humano, naturaleza y divinidad hay que recuperarla.
Guaz
ave señal del cielo, agazapado en la montaña siempre en silencio, quieto por
muchas horas, horas de espera para la caza, horas que terminan con alegría,
celebración y carcajada; su canto que parece una risa burlona no se confunde
en el corazón del bosque ni en la periferia de la montaña. Con su
carcajada nada tímida, pierde el silencio, el camuflaje, el anonimato; se
descubre a sí mismo, se muestra, se da a conocer. Vuelve a la altura, vuelve a
la observación, vuelve a la cacería, vuelve a ser el halcón reidor.
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