Guazapa, San Salvador, El Salvador

Guazapa, San Salvador, El Salvador
Quiero llevarte en mis ojos como la ternura que un hombre lleva en sus mirada. Mirada viajera del tiempo retenido, como pupila siempre nueva, contenida, retenida, desnuda y renovada.

27 de octubre de 2011

Tus ojos en mis ojos.









Tus ojos en mis ojos,
tiempo detenido.
tus ojos en mi mirada,
memoria retenida.


Tus ojos en mis ojos,
lluvia de sabores hechos suspiros.
Tus ojos en mis ojos,
lluvia de arco iris en pétalos caídos.


Tus ojos en mi mirada,
lluvia de agua cristalina,
Tus ojos en mi mirada,
lluvia de oro con piel de arena.


Tus ojos en mis ojos,
es tu amor fugitivo.
Tus ojos en mi mirada
es mi amor hecho abrazo.


Tus ojos en mis ojos,
es tu amor furtivo;
cuando tu mirada se detiene
y descansa en mi cuerpo
árido, marchito y carente de afecto.

24 de octubre de 2011

Entre el cielo y la tierra apareció el amor hecho color.

El invierno es un niño generoso, lleno de vida y alegría. Su paso se hace sentir en el sonido del trueno, tiene corazón de rayo y comparte la magia de sus dedos en los colores que embellecen el manto del cielo. Los ojos del invierno son verdes en matices, pues no tiene un verde definido. Su mirada fija y penetrante asusta como el trueno.

Su voz es como el susurro de la llovizna, suave y refrescante. El color de su piel  se parece al de la tierra mojada y su juventud se renueva cada mañana, en las montañas, en los valles, ríos y lagos de nuestra tierra. Su presencia es refrescante, vital y llena de vida. En el campo todo es esperanza, canto y melodía.

El invierno trae en sus alforjas  un cuerno escondido, guardado, robado. ¡Es el cuerno de la diosa Prosperidad! El invierno y sus hermanos se lo robaron de la mano.  Sólo la niña, la Primavera, se quedó llorando en la tierra por eso en cada primavera se llena de colores la piel de la tierra. Piel hecha pétalos, echa olores, hecha colores. La abundancia y la bendición son los hilos que tejen la cebadera  campesina del invierno. Este niño juguetón y generoso comparte con todos y todas sus dones naturales. Como en un trapecio, se va y se viene, cada año. Siempre está en movimiento.

Pero también el invierno es violento, su ira nos inunda, inunda las calles y avenidas, los  plantíos y las casas. Su enojo se hace sentir y agarra fuerza en los ríos convulsionados, mangas y brazos que se llevan todo a su paso. La ira del invierno derrumba las montañas, se come los subterráneos, hace caer las casas y mata la alegría de las nuevas cosechas. Cuando se enoja arrasa irracionalmente. El invierno y su bravura lastima y hace daño.

Las cárcavas son la huella de su enojo. Pisa duro, pisa fuerte, pisa hondo. Cuando el invierno llora de enojo, no respeta horario, ni tiempo. Llora, llora por días y noches. Llora  y ríe de vez en cuando. Llora y ríe cada tanto. Cuando llora y ríe caminando, la brizna se confunde con su canto; cuando llora y ríe caminando, en el horizonte se dibuja su encanto. La paz y el colorido de la paz aparecen tenuemente en el arco del cielo y en el iris de la tierra. Entre el cielo y la tierra aparece el amor hecho color, hecho alianza de amor. El arco iris es el amor hecho color es un estado de ánimo, una alegría pasajera, un momento escurridizo, un bienestar  ilusorio, es paz no duradera en un invierno sin tregua.

El invierno es un ser encontrado, es armonía y caos, es frescura y ventarrones, susurro y estallido, amor y odio, bienestar y malestar. Es luz y sombra mezclada, cruz y resurrección unificada, limpieza y suciedad separada. Este es el invierno en sus distintos rostros. Es la paz entre el cielo y la tierra. El cielo comparte su semilla y la tierra comparte su alegría.

En el aliento del invierno viene como lluvia escondida, vapor invisible, aliento hecho germen, la nueva semilla. La vida hecha semilla da frutos nuevos en algarabía. ¿Qué nos deja el Invierno cada invierno? Ríos de felicidad y graneros llenos. También nos deja quebradas de dolor y manos vacías.

Te vas invierno, te vas alegre y juguetón. Te vas adulto inestable, lunático, berrinchudo. Te vas y me dejás con tristeza y añoranza, te vas con ese olor a tierra mojada, te vas con la frescura de tu piel oscura. Te vas con la libertad de tu madurez. Te vas como caminante sin ataduras, con paso firme y corazón inolvidable.  

El invierno me dejó a su paso un amor fecundo, una reflexión de viejo sabio, un suspiro atragantado, un te quiero pero lejos, un te necesito con urgencia y un hasta pronto irreversible.  Me dejó su sonrisa dibujada en el suelo y sus ojos azules en el cielo. Me dejó su piel hecha polvo y su alma amplia para enviarle barriletes. Finalmente  me dejó en verano, su hermano.  Caminemos Verano, por seis meses amigo, busquemos a tu hermano que se nos ha escondido. 

Recrean el pensamiento y la mirada.

Era tarde y estaba lloviendo. El atardecer dejaba colar la luz por las montañas y el cielo parecía un manto de viernes Santo. Miraba hacia  el horizonte y mis ojos se llenaban de luces y sombras. Seguía mirando y ese horizonte empezó  a acercarse, venía hacia mí, se acercaba cada vez más en su colorido, veía gatos color jirafa, sentía perros con olor a jengibre y una geografía multiétnica y pluricultural. Era gente, gente, gente, parecían un río en movimiento, caminaban suavemente. Caminaban hacia su origen, hacia su tejido cultural, hacia su bujía ancestral, eran la imagen de un pueblo sin rostro, ¡qué herejía! El pueblo siempre ha tenido rostro. Eran los y las elegidas, se aligeraban, gemían y surgían, como semillas nuevas, que cayeron, que callaron, que fueron calle y surco de voces. Venían del norte, venía buscando la vida.

Al amanecer cayó el rayo,  surco de luz,  as de oro, plata y bronce. Cuando el sol les abrazó con el amor hecho luz se echaron a correr, saltaban de alegría, la luz había vencido nuevamente a la oscuridad invasora; sus sonrisas parecían  un haz de felicidad, un haz de victoria, un haz de ilusiones, porque hacían de su tristezas alegrías eternas. Seguían avanzando, seguían caminando. Su sonrisa sonora era el conjunto de muchos árboles, era una marimba cosida, atada con hilos de aromas naturales, el olor de la montaña, el olor de la quebrada, el olor de la tierra húmeda, el olor del campo bañado de rocío. Era el Quebracho, era el  Maquilishuat, era el Copinol, era el Guayabo y el Anono, el Limón y el Naranjo, quienes iban y venían, ofreciendo los frutos donde vivían sus almas. Esa gente, esos cuerpos cansados, agotados, quemados se alimentaban de la vida que les ofrecían esos árboles, esos árboles que se quedaron fuera del paraíso perdido.

Esa gente, en su tierra, comiendo en su tierra, produciendo en su tierra, fue la mayor riqueza de nuestra identidad. Esa gente unida es la Ceiba que abrasa, que quema, que enciende,  que abraza el cielo, que envía mensajes a los cuatro vientos, puertas y ventanas de las cuatro casas, las cuatro direcciones del universo, con su corazón verde  bosque, turquesa, verde azul, donde se une la tierra y el cielo. Las cuatro casa del universo se unían nuevamente para colorear la vida y el destino de sus habitantes. Las cuatro casas: La del blanco, la del rojo, la del amarillo y la del negro estaban ahí tejiéndose, amándose, haciéndose necesarias  en las luchas cotidianas de este nuevo pueblo. Callamos, caemos, cayados nos sostienen en los callos de nuestros pies. En mi rostro legendario, testigo de muchos siglos vive toda esa gente y hoy recojo sus semillas. El Ceibo y la Ceiba son los símbolos de la paz y la reconciliación entre el mundo y el universo.

El endiosamiento androcéntrico


Escribir sobre Mariología o dicho en palabras normales, “Hablar sobre María” desde mi ser masculino es peligroso y difícil. Generalmente cuando los varones hablamos, pensamos y escribimos sobre María lo hacemos desde nuestra propia concepción androcéntrica, es decir, desde ese modo particular de entender al Hombre como centro del universo, de la realidad,  la religión, la cultura, la política, la economía, la moda e inclusive de lo que se debe entender por mujer y femineidad. El hombre y no el género humano es la medida de todas las cosas. Este es el mundo machista con su ideología dominante de opresión que antagoniza y deshumaniza la relación entre hombres-mujeres todos los días. El macho se siente dueño de su entorno. La mirada del macho vulgariza las relaciones humanas y fraternas entre las personas.

Pero no todo lo femenino habla desde la femineidad. Definir lo que entiendo por femineidad  me hace caer en lo mismo, definir lo femenino desde lo masculino.  La femineidad es toda la estructura psicobiológica, sociohistórica  e ideoafectiva que estructura a la mujer como persona, como género y como sujeto histórico de cambio. Lamentablemente las mujeres están concebidas, formadas y “paridas” desde el machismo como el gran útero cultural de la sociedad humana, sea oriental u occidental. Lo crítico es que ellas, gran porcentaje de la población mundial, en su inconsciencia milenaria han interiorizado la ideología del opresor y se la han apropiado acríticamente convirtiéndose en cómplices y reproductoras de esa ideología dominante, antievangélica y deshumanizante.

 ¿Cómo se expresa todo lo anterior? Si la mujer es acosada en la calle ella es la culpable por vestir provocativamente, por arreglarse, por caminar como camina y hasta por sonreír, con todo  y en todo, se racionaliza el acoso y la violencia sexual. Si en el trabajo a ella se le paga menos, “es normal” y justo porque es mujer y no debería estar fuera de la casa, sino en el hogar atendiendo al marido y a los hijos, ya que las hijas siguen sus mismas huellas. Si por cuestiones económicas se debe decidir  ¿quién en la familia no debe estudiar, quedarse analfabeto se escoge y condena a las niñas porque ellas cuando crezcan sólo van a servir para tener hijos, cocinar y cuidar al varón, por eso desde pequeñas deben adiestrarse con las muñecas, para “chinearlas”, darles de comer, vestir y bañar. Que sean madres y amas de casa antes de tiempo y en sus juegos. Es curioso pero los tiempos van cambiando en la igualdad de género.

El otro extremo de la dominación y exclusión machista es poner a la mujer, sobre todo a la Madre, en un lugar tan alto, tan alto y sublime, casi enajenante que se introyecta en su identidad de madre valores esclavizantes como: obediencia, honestidad, silencio, aguante, servicio, entrega, recato, inocencia, virginidad, orden y limpieza, humildad, pasividad, debilidad etc. Por lo contrario se define el ser hombre- macho como el que manda, engaña, ordena, golpea, al que se debe servir, al que se le debe dar cuenta, el que puede agredir y humillar verbalmente, el que puede y debe ser infiel, desordenado y sucio, arrogante, activo y violento. La moral se ha puesto al servicio del más agresivo  justificando con ello la violencia y la ruptura del diálogo y la comunión. María de Nazaret vivió en un mundo parecido al nuestro y es admirable como ella desafió ese ambiente que excluía a la mujer de casi todos los ámbitos sociales y religiosos, por eso desde esta primariedad ella es admirable y digna de seguimiento. María es mujer, discípula, misionera y madre, madre comprometida con su hijo, con su pueblo y con la iglesia naciente. Aunque la maternidad es un gran valor no es en definitiva lo que define a una mujer como mujer.

18 de octubre de 2011

Lluvia en mis ojos













Joven como tierra en primavera,
fecundada por la lluvia en espera,
esa lluvia que nunca llega,
esa lluvia que vigoriza,
la espera, que nunca llega.

Joven como esperanza en invierno,
vientre virgen fecundo de sueños,
sueños de noches estrelladas,
sueños de desvelos frecuentes, 
sueños que  avanzan suavemente.


Maya piel  de trigo triturado.
Quiché con miel en los labios,
juvenil siempre eternizada,
juvenil siempre inconfundible.
Tierra sonrientemente enamorada.

¡Qué noticia! ¡qué noticia!
La mala noticia, Petrona.
Petrona flor disminuida, caída,
flor disminuida sin pétalos,
caída sin pétalos.

¡Qué noticia! ¡qué noticia!
La Buena Noticia, Petrona.
Petrona flor de eterna primavera
de eterna  flor etérea y eterna,
primavera etérea y eterna.

Valiente mujer de la Joyita
joya como joya impagable,
joya como joya enterrada,
soterrada, encontrada, levantada,
joya de Dios, Petrona amiga,
Petrona amada.

Descanse en paz. Amén.

8 de octubre de 2011

Nació de sus raíces.










Gracia agraciada.
Imperceptible como la brisa,
presente, como la risa,
tenue iluminada,
alma silenciosa,
madurez sabia,
vestida de paciencia
y compasión amada.

Como un canto al alba.
Ella es una,  singular.
Ella es su historia.
Su historia una.
Ella y sus ramas,
ella y sus raíces,
ella y sus frutos,
ella una, su historia.

Ella es una.
Ella es su origen.
Sus veredas campesinas
sus caminos urbanizados
sus amores cotidianos,
pequeños y pequeñas,
semillas de mostaza,
levadura en la masa.

Año más…Para amar.
Año menos…Para retroceder.
Año de gracia… Para seguir.
Año de años… ¿Qué más da?
Si se vive para servir,
si se vive para amar,
si se vive para vivir,
cuidar, podar, construir y edificar.



7 de octubre de 2011

El eterno no eterno.











El eterno inconforme,
el eterno insatisfecho,
el eterno descontento,
el eterno necesario.

Eterno.
Porque su inconformidad
permanece siempre, siempre.
Es una apertura sin límites.
Es como un campo seco,
sediento de agua.

Eterno.
Porque su insatisfacción
lo intranquiliza siempre, siempre.
Es un pozo sin límites.
Es un mar profundo,
que quiere avanzar en la orilla.

Eterno.
Porque su descontento
permanece siempre, siempre.
Es un abismo ciego.
Lastima y da lástima
el descontento le sigue desvelando.

Eterno.
Porque al  sentirse necesario
permanece siempre, siempre.
Es la necesidad hecha deseos
raíz inconforme, insatisfecho
de sus satisfacciones.

Es eterno.
Inconcluso siempre.
Indomable siempre.
Envejece siempre.
Perece siempre. 
Y no es eterno siempre.

 El eterno no eterno
quiere seguir siendo joven,
quiere madurar antes de tiempo.
El eterno inmaduro,
comprende que la madurez
es un logro que requiere su tiempo.